Saga Fantástica "El Nuevo Panteón"
Saga Fantástica "El Nuevo Panteón"

Primer Capítulo de la Saga Hiperbórea

Muchos frentes

La lluvia no dejaba de azotar una hermosa residencia sobre la playa en Castelldefels, una casa hecha de piedra con grandes ventanales que eran golpeados por el salvaje aguacero. Adentro, en el gran cuarto de estar, frente a la chimenea encendida con poca leña, estaba sentado Ajax en un gran sillón. En la mesa ratona ubicada entre él y la fogata tenía un vaso de whisky junto a la botella ya casi vacía. Él apoyaba su frente en sus manos, ya con 50 años, pelo rapado, barba larga y tupida como tuvo siempre, de color rojo con varias canas blancas, brazos musculosos cubiertos por tatuajes y enormes cicatrices. Vestía una remera negra de mangas cortas y unos jeans grises. Sus hijos Iker, ya de 18 años, y Ragga, su pequeña de diez, dormían profundamente en las habitaciones de la planta superior. Sus hijos estaban de vacaciones y eso le serviría para arreglar su perturbada cabeza. Encendió un cigarrillo y lo fumó en silencio, sin prisa. Miró su reloj con sus ojos rojos, estaba agotado, el cansancio y la borrachera lo tenían casi inmóvil en el sofá, eran las cuatro de la mañana. En ese entonces escuchó cómo Judit estacionaba su auto en el garaje. La hermosa castaña bajó de su auto y entró al living, el cual era contiguo a la cochera. Se sacudía el pelo mojado y vestía un diminuto vestido rojo escotado que dejaba poco a la imaginación. Al ver a su marido sentado frente al fuego, se le acercó como si nada. —Merda! Plou a bots i barrals! Vaig pensar que estaries dormint —sonrió mientras dejaba su pequeña cartera en la mesada de mármol negro que separaba la cocina de la sala de estar. Él no la miraba ni le respondió—. Bueno, me iré a planchar la oreja, petonets —dijo la catalana tirándole un beso a la distancia mientras comenzaba a caminar con sus tacones hacia la escalera que llevaba a la planta alta.

 —Ajax, ¡me cago en la leche! ¡Quiero dormir, no quiero ninguna de tus escenas ahora!

—¡¿Mis escenas?! —se enojó el nórdico—. Hace meses que no me tocas, no me devuelves una caricia, no eres capaz de

 

besarme, no me respondes cuando te digo que te amo, cada noche de franco que tienes sales hasta la madrugada y vuelves con olor a perfume de hombre, siempre te sacas el anillo de casados para salir. ¡Joder! ¡No soy imbécil! Tan solo… me gustaría que me lo dijeras, que terminemos las cosas, yo te amo, pero no voy a obligarte a estar conmigo si no quieres, tan solo pongamos un punto final a esto —le suplicó. Ella se cruzó de brazos fastidiada y se sentó sobre el primer escalón de la escalera, se quitó los zapatos.

—Ajax, eres un tío genial, un padre asombroso y me has amado y cuidado como nadie, pero me aburre la vida con el héroe ejemplar al que todo el mundo admira, el que hace todo bien en aras de la sociedad… tengo 34 años, estoy contigo desde los 20, quiero experimentar otras cosas...

—Judit —lloró el berserker—, yo jamás te obligué a llevar esta vida, ambos la construimos, siempre fue consensuado. ¿Por qué no me dijiste que querías otras cosas? ¿Por qué no me dejaste en vez de salir y engañarme? Somos gente grande y tenemos hijos, creo que me merezco un poco de respeto.

—¿Qué hostia quieres que te diga? —se enojó— ¡Joder! Me acojoné… no tuve el valor de dejarte, tus padres murieron, Nubia, esa labradora que te ha seguido por dieciséis años… ¡pasas un mal momento! Yo… quería experimentar otras cosas y me gustaron, quiero seguir así, pero no tuve la valía de dejarte, de que nuestros hijos vivieran esto.

—¿Acaso te doy lástima?... Me alegra que disfrutes de tus nuevas experiencias —sonrió irónicamente, mordiéndose los labios al borde del llanto—. ¿Sabes? Vive lo que desees vivir, si tan solo hubieras sido sincera desde el principio, habrías evitado discusiones, sufrimiento y todo lo que vendrá sobre Ragga e Iker —le reprochó, a lo que ambos hicieron un largo silencio. Ella miraba al piso sin saber qué decir, él bebió lo que quedaba de whisky y se quedó observando el fuego. Luego de unos minutos, la miró con su corazón roto—. Yo te amo, espero que los hombres con los que hayas estado te hayan dado el cariño que mereces.

—¡Venga, Ajax! ¡No fastidies, hombre! No quieras meterte en esos detalles. —Se incorporó sonrojada.

—Tienes razón… mañana buscaré un abogado para llegar a un acuerdo entre los dos, para no tener que iniciar ninguna acción legal, y cada uno podrá seguir su vida por separado —sollozó con voz temblorosa el gigantesco guerrero, que se aferró a la parte superior de la chimenea y se dedicó a mirar el fuego. Judit tragó saliva.

D’acord —dijo la bella catalana en voz baja, con sus tacones en la mano—. Trata de dormir algo, bona nit —se despidió y subió las escaleras. Ajax tuvo ganas de agarrar su vaso vacío y arrojarlo contra una pared pero se contuvo, miraba la fogata mientras las lágrimas le cubrían el rostro. Tembloroso, escuchó cómo Judit se encerraba en la habitación principal. Se sentó nuevamente en el gran sofá y sacó de su pantalón su pistola reglamentaria, una Udav 9mm. La miró por unos segundos y se la colocó en la frente varias veces, golpeándose, tenía ganas de dispararse y acabar con toda esa situación en un solo instante. Pero no podía dejar de pensar en sus hijos, así que miró su arma, la que lo acompañó en cientos de misiones, y la volvió a enfundar dentro de su pantalón. ¡Se sentía tan solo! Tenía amigos, pero todos eran subordinados suyos en las fuerzas Vympel. No quería que lo escucharan así. Su teléfono, que estaba sobre la mesada, sonó y vibró violentamente rompiendo su burbuja de depresión, pudo escuchar como el de Judit en la planta de arriba sonaba al mismo tiempo. Retomó su rictus serio, ceño fruncido y caminó para tomar su móvil, pudo ver el número, era el de emergencia de las fuerzas armadas de Atlantis. Atendió apurado.

—¿Mayor Príamo? —dijo una voz seria, grave y desconocida.

—A sus órdenes.

—El oso ha salido de su madriguera, los cazadores han entrado al bosque. —La voz desconocida habló de manera firme y cortó. Ajax tragó saliva. Era el código que indicaba que el gobierno de Atlantis estaba en peligro, era inminente una misión de extrema prioridad y alto peligro. Sin pensarlo, corrió hacia el armario del garaje; el lugar era de hormigón, amplio, había varios autos y motos, allí siempre tenía un bolso de emergencia preparado con suministros, armas, equipo y su uniforme repleto de condecoraciones. En menos de un minuto ya se había quitado la ropa informal y vestía su traje, se colocó su gorra y subió al baúl de su SUV militar su bolso. Luego entró a su vehículo y encendió el motor. Judit apareció agitada, aún no se había vestido ni tenía preparado nada para tal ocasión.

—Cuídate —le dijo ella, que aceleró a toda velocidad mientras el inmenso portal se abría. Él salió camino de la base Vympel de Barcelona. Judit no recibió respuesta: ella, agitada, debería juntar todas sus cosas e ir a la base aérea, hacía unos años que había entrado en el grupo de ataque del ejército del aire de Atlantis.

Ajax manejaba a más de 200 kilómetros por hora por la carretera que a esa hora se encontraba vacía; el agua que caía y la ruta empapada no le resultaban un impedimento al comando, que no dudó en prender la radio.

Comunicado oficial de última hora del gobierno de Atlantis: se ha evacuado a todos los habitantes de la polis de Ginebra, un grupo terrorista ha tomado el CERN, no se sabe el número de atacantes ni el estado de los científicos que se encontraban trabajando en ese momento, no han hecho declaración pública ni han pedido rescate alguno, aguardamos más noticias por parte de las fuerzas de seguridad, decía la radio una y otra vez. Ajax apretó los dientes, la tensión entre Atlantis y los grupos terroristas era constante, pero parecía últimamente que ya estaban casi neutralizados. Esta vez se había equivocado. Masticaba bronca por la actitud de estos grupos y a la vez no podía sacar de su cabeza a Judit. Esa mujer a la que amaba, tan bella, que años antes lo endiosaba, lo mimaba y lo besaba, y ahora lo miraba indiferente, como si fuera cualquiera, que no mostraba ningún gesto de cariño hacia él. No entendía, quería comprender, pero no lo lograba. Se dedicó a manejar poniendo atención en el camino, estaba llegando a la ciudad y sus pensamientos podían jugarle una muy mala pasada.

Estos grupos sectarios a los cuales se les atribuía la toma del CERN eran radicales de Gaia o de algunos de los dioses menores que la protegían, algunos se autoproclamaban seguidores de Beorn, una estrella que desapareció hace años. “No es buena la situación”, pensaba el nórdico: un colisionador de partículas, material nuclear, el lugar donde se había creado un pequeño agujero negro controlado, definitivamente no era sitio para un tiroteo o para ser controlado por fundamentalistas.

Al llegar a la base, los guardias reconocieron el auto de Ajax y le abrieron las puertas de hormigón corredizas de inmediato, él entró a toda velocidad y estacionó su coche junto a la entrada del regimiento de Vympel, un edificio de concreto, moderno, lleno de cámaras, antenas satelitales y defensas tanto antiaéreas como terrestres. Sacó su bolso y entró apurado. Una joven suboficial le hizo saber que el general San Juan lo esperaba en su despacho. Sin perder tiempo, el comando caminó hacia la oficina de su superior. Golpeó la puerta.

—Adelante, Príamo —Escuchó Ajax, que entró sin perder tiempo—. Toma asiento.

—Prefiero estar de pie, mi general —respondió secamente. La gran oficina estaba llena de cuadros, medallas, algunas armas de colección amuradas a la pared, un gran escritorio de madera oscura, sillones, televisores, computadoras y una gran heladera llena de licores de distintos tipos. Una inmensa lámpara en el techo iluminaba el lugar de color blanco frio.

—¿Quiere tomar algo?

—No… ya he bebido mucho, señor —contestó con su ceño fruncido el experimentado comando en posición de descanso, con sus manos detrás de la cintura.

—Ha empezado una tormenta de mierda, nos cubrirá hasta el cuello, Ajax —se lamentó el general de pelo blanco mientras se servía un vaso de vodka moscovita. Bebió todo lo que se había servido de un solo tirón—. —Estos malparidos de los iluminados, porque seguro son ellos, ya han atacado Andorra la Vieja y a todas las polis de las zonas neutrales, con misiles guiados y con bombarderos, ¿recuerdas? Claro que lo recuerdas… Has combatido esa maldita guerra —dijo el hombre de sesenta años mientras miraba por la ventana la noche, el aguacero y los relámpagos—. Hemos establecido una gran base al sur de Ginebra. Allí tenemos pistas para operar desde el aire, sistemas antiaéreos, blindados y barracas para sus hombres y dos pelotones de grupos Alpha que los ayudarán, los he seleccionado personalmente, tendrán suministros, apoyo y logística y podrán hacer incursiones junto a las tropas regulares; como verás, necesitamos el CERN en manos del gobierno en un abrir y cerrar de ojos, así que maten a todos, no me interesa el diálogo ni tampoco la vida de los científicos… ¡Es peligroso, necesitamos el control del lugar! ¡Cueste lo que cueste! Tienen luz verde para disparar a lo que deseen

—Ya mismo alistare a mis tropas y saldremos al lugar, con el águila bicéfala1 en marcha estaremos en minutos en posición de entrar al colisionador.

—Perfecto, pero tenga en cuenta…

—Que habrá comandos Vympel renegados que ahora son fundamentalistas… sí, yo entrené a muchos de ellos antes de la guerra, tomaremos los recaudos para eliminarlos, no se preocupe, mi general —lo interrumpió con seguridad Ajax. El experimentado militar rio cansado y le entregó una tablet con toda la información pertinente; el gigantesco guerrero leyó minuciosamente.

—El siempre seguro Ajax Príamo, invencible, héroe de Atlantis, tienes más medallas que yo… antes de que te vayas a la misión, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Claro, mi general.

—Usted tiene edad y méritos para ser general, podría estar dándome órdenes a mí. ¿Por qué se niega a ascender y sigue en el campo de batalla? —preguntó con tono amable y curioso el sexagenario mientras tomaba asiento. Ajax se encogió de hombros restándole importancia.

—Me gusta el campo, la acción, estar junto a mis hombres en los momentos más difíciles, ayudar a la gente… no soportaría que mi trasero se aplane durante el día frente a un escritorio, con todo respeto, mi general —finalizó. El general dio una risotada.

—Vaya que eres único, Príamo, es un gusto servir contigo, ve, comienza la operación, nos vemos en Ginebra con el CERN una vez bajo control.

—¡Sí, mi general! —exclamó Ajax con tono firme y dejó el lugar. Con su bolso y tablet en mano, se dirigió por un largo pasillo de mármol, lleno de cámaras y soldados fuertemente armados que lo saludaban al pasar, a la sala de equipamiento y briefing junto al hangar donde sus tropas lo estarían esperando. El lugar era gigantesco, lleno de armas, computadoras holográficas, equipos de última generación. Al entrar pudo ver a sus queridos subordinados, todos se acercaron corriendo a abrazarlo, la mayoría ya estaba con sus trajes especiales de color negro ya casi colocados por completo. Allí estaban Tatarina, Sûbiril, Khan, Moros, König, Cotter, Ranee y Geovana.

—¡Vaya que alguien ha estado bebiendo sin mí! —bromeó Tatarina al oler el whisky en el aliento de Ajax, el cual devolvió una mirada poco amable y firme. La pelirroja de humor característico, sonrojada, rio.

—Terminen de equiparse y les informaré de la misión, saldremos de aquí en menos de diez minutos.

—¡Se pone brava la cosa! —festejó Cotter mientras volvía a preparar su fusil. Todos estaban ocupados menos Sûbiril, que se quedó junto a Ajax por unos instantes.

—¿Qué sucede, Ajax? —le preguntó la hermosa mujer de pelo plateado a su mejor amigo, el cual ni se inmutó—. Vamos, no te hagas el duro, te conozco desde hace catorce años, eres un hermano para mí, mi mejor amigo, el padrino de bodas de Moros, sé que algo te pasa.

—No puedo decirte mucho Sû… no hay tiempo —susurró desanimado, su amiga había logrado en segundos que rompiera con su impronta de comando—. Judit me ha dejado, me confesó que estuvo con otros hombres… la muerte de mis padres y de Nubia, el futuro de los chicos… son muchas cosas, ¿sabes? —dijo con sus ojos rojos. Ella se acercó a él y lo abrazó. Le acarició la espalda.

—Lamento todo esto que estás pasando —dijo su amiga visiblemente compungida—. No te lo mereces, lo de tus padres y Nubia… es triste, pero estaban todos muy grandes, lamentablemente es parte de la vida, tú como comando lo debes saber, eso es tiempo, es un duelo —le aconsejó su hermana del alma—. Lo de la loca… bueno, Judit —Sonrió irónicamente la joven de pelo blanco como una perla, evitando soltar todo el enojo que le producía la actitud de su antigua compañera para con su mejor amigo—, no quiero echar más leña al fuego, es una putada, lo sé, hace tiempo que viene comportándose así, pero estarás bien, encontrarás a alguien mejor o estarás bien solo, no mereces a alguien que te trate de esa manera. La persona que esté a tu lado debe ser cariñosa y respetuosa, como tú lo has sido con ella y con todos los que has ayudado, tus hijos te admiran, prefieren estar contigo antes que pasar tiempo con su madre. Eres un gran padre, Ajax, eso debería ponerte feliz, cuando esto termine… ¿por qué no te retiras? Ve con tus hijos, disfruta la vida.

—No lo sé, me enorgullece y me da alegría saber que mis hijos tienen todo y que me he ganado su amor, que en ningún momento se los he impuesto, pero… si dejo las armas siento que me vuelvo viejo. —Sûbiril soltó una risotada.

—¿Viejo? Tienes 52 años y estas en mejor estado físico que todos nosotros juntos.

—No es eso, Sû… siento que si dejo lo que me gusta mi espíritu va a envejecer, no tengo idea. Por otra parte, entiendo tus palabras, pero yo soñaba con Judit antes de conocerla, la amé tanto, traté de darle todo, le di lo que estuvo a mi alcance, amor, cariño, respeto, construimos un hogar juntos, tuvimos familia… pensé que moriríamos viejos y juntos, la amo, sé que lo que hizo está mal, pero la siento tanto en mi corazón que la perdonaría mil veces —Soltó una lágrima en silencio el inmenso comando. Su amiga volvió a abrazarlo.

—Eres un oso dulce detrás de toda esa capa de malote que pones, sé que la amas y te tomará tiempo entender lo que sucede, pero no mereces lo que te ha hecho, ámate a ti, una persona que se ama a sí misma no puede dejarse tratar así de ninguna manera, ¿entiendes? —Le aferró el rostro a su amigo, el cual se limitó a afirmar moviendo su cabeza—. Ahora vamos a prepararnos, necesitamos a Ajax centrado en esto, esta vez los iluminados la han liado gorda

—Sí, vamos, el resto ya empieza a sospechar que algo sucede —afirmó Príamo, que comenzaba a caminar hacia su equipo, que lo miraba sospechosamente.

Se quitó la ropa hasta quedarse en calzoncillos, todos lo admiraban, aún con su edad tenía una musculatura envidiada por todos y deseada por varios, con su pecho y espalda llenos de tatuajes de lobos, runas y osos. Las cicatrices de batalla le decoraban todo el cuerpo. Se colocó un traje de neopreno negro que le cubría todo el cuerpo, luego se puso su chaleco porta placa hecho del mismo material que el traje, preparó su fusil de asalto AK Espectro, armó varios cargadores y los colocó en su chaleco, mientras que su arma la aferró a su torso con un arnés. Se ajustó bien los borceguíes negros, solo le faltaba su pasamontañas. Tomó su mochila ya equipada y se la montó en la espalda. Miró a sus tropas.

—Preparen un kit para tres días en la mochila: brújula y GPS, camelback2 lleno, filtro para potabilizar agua, espejo, herramienta multiuso, loción descontaminante para la piel, manteca de cacao, precintos, cuchillo de combate secundario aparte del que llevaban en el chaleco, radio secundaria, bastones de luz química, cinco cargadores extra para cada arma más los cinco que llevan en el chaleco. Espero que sus armas estén en condiciones y ya revisadas varias veces. Llevarán también kit médico, toallitas de limpieza íntima, cepillo de dientes, dentífrico, cuerdas paracord, encendedor, GPS de respaldo por si la máscara y el GPS primario no funcionan, brújula secundaria, protección extra para los ojos, shemagh secundario, gorro militar, seis raciones de comida de 3000 calorías, vendajes desinfectantes y puntos temporales, ibuprofeno, seis prendas de ropa interior fresca y limpia, poncho de camuflaje activo, bolsa de dormir, yodo, dos uniformes completos para cambiarse, calentador de comida, olla y cubiertos, binoculares, vara de calor para fundir cadenas, bengalas, hacha táctica, minas claymore3, cartas de maniobras, mapa plastificado y un par de guantes extras. Llevarán un plate carrier4 como chaleco, liviano, solo los cargadores, radio, cuchillo, bolsillo administrativo y kit médico; el resto en la mochila. Tendremos raciones suficientes para tres días, más allá de que la misión no debería pasar de una noche, siempre es mejor que sobre…

—¡A que falte! —rio Tatarina, que conocía la muletilla de su líder. Todos, incluso Ajax, soltaron una carcajada. Le comunicaron que estaba todo preparado. El avión furtivo de transporte estaba listo, los pilotos le comunicaron al equipo que podían despegar cuando desearan.

—Bien, atentos, briefing y hacemos testeo de los sistemas del traje así salimos en cinco minutos, mi idea es estar en el campo a las seis de la mañana, así podremos cumplir nuestra misión antes de que amanezca, tendremos aproximadamente dos horas —El líder de los Vympel de Barcelona encendió una pantalla holográfica que mostraba un mapa en tres dimensiones de toda la estructura del CERN, incluso los diversos puntos de entrada—. Bien señores, como saben, los iluminados han tomado el colisionador de Ginebra, no se han comunicado con el exterior, solo tenemos los audios de auxilio de los científicos y sabemos que el lugar se ha cerrado por completo, debemos recuperar el control de las instalaciones a cualquier precio, unos terroristas no pueden tener en su poder material radioactivo y mucho menos un agujero negro —Mostró con su dedo en el mapa interactivo el laberintico lugar que tenía más de ocho plantas subterráneas, túneles por doquier y varias centrales nucleares que lo alimentaban—. Una vez asegurado, las fuerzas de seguridad entrarán y nosotros volveremos a una base montada al sur de Ginebra para hacer control de daños; contaremos con apoyo, dos equipos Alpha para poder tener más poder de fuego y atacar por distintos flancos, incluso aéreo de ser necesario. Ahora vamos a lo importante, tomar el lugar y eliminar hasta el último de los terroristas.

—¿Qué hay de los científicos? —preguntó Tatarina levantando su mano.

—No son prioridad, abrimos fuego y limpiamos el lugar — respondió seco, lo cual produjo un silencio incómodo, varios se miraron desaprobando la orden—. Sé que son civiles inocentes y trataremos de sacarlos con vida, pero estamos hablando de terroristas que han tomado un colisionador nuclear que posee cuatro centrales llenas de uranio y el único agujero negro controlado creado por la humanidad, si fallamos podrían volar toda Europa, incluso más si ese agujero negro se descontrola, así que enfoquémonos en tomar el lugar de manera rápida y efectiva. Tengan cuidado al llegar a estos puntos —Señaló los reactores y la sala donde se encontraba el agujero negro que los científicos estudiaban—. Un disparo errado puede desatar un desastre sin precedentes, en este instante estoy pasando el mapa y todos los datos a las computadoras de sus trajes así pueden verlos en el HUD de sus visores —indicó mientras ejecutaba un programa en su tablet que transfería al instante todos los datos de la misión a cada integrante del equipo—. Nos desplegaremos junto a los grupos Alpha en este punto —Señaló una entrada de ventilación en el techo del sector administrativo del CERN—; el primer grupo de Alpha irá a este reactor para asegurarlo por esta ruta —Mostró y trazó en el mapa interactivo— el segundo resguardará este otro reactor. Khan, Cotter, Ranee y Geovana tomarán el tercer reactor; Sûbiril, Moros y König irán por el tercero —les indicó todo paso por paso y los caminos a tomar—. Tatarina y yo iremos al agujero negro para poder tomar esa sala y asegurarnos su estabilidad, una vez que aseguren sus objetivos, en la sala del agujero negro nos reagruparemos. ¿Entendido?

—¡Entendido! —gritaron todos al unísono.

—¡Bien! Colóquense sus pasamontañas, hagamos un test de los sistemas del traje —les ordenó. Todos se colocaron sus máscaras negras, carentes de agujeros para los ojos y que les envolvían la cabeza por completo. El pasamontaña de cada uno se unió a su traje por magnetos, sin dejar espacios. Todos susurraron “visión” y pudieron ver como si no tuviesen los ojos tapados, sus compañeros estaban resaltados en verde, lo que servía en un intenso tiroteo para saber quién era amigo o enemigo, también podían ver el mapa del CERN, las municiones que tenía su arma —que estaba conectada a su traje—, el estado de salud propio y el de sus compañeros; el sistema funcionaba a la perfección—. Correcto, ahora probemos el sistema mimético electro—óptico—magnético —ordenó, todos se hicieron invisibles a los ojos de la gente que no tenía ese traje, ellos se veían gracias al resaltado de verde que les indicaba dónde estaban sus compañeros, esos trajes de elite solo los usaban ellos, el sistema de “mimetismo óptico” constaba de un sistema de nano videocámaras, visores y superficies retrorreflectoras en todo el traje y las armas, hacían del uniforme una ventana a través de la cual era posible ver la calle, los autos, las personas, todo lo que estuviera detrás, haciéndolos completamente invisibles, incluso aislaba su temperatura, así que ni con sensores térmicos se los podía detectar, y gracias al magneto todo el traje trabajaba en conjunto como si fuera un ser vivo. Anularon el sistema de invisibilidad una vez que comprobaron que funcionaba de manera estable y óptima.

—¡Bien, lobos! ¡Todos al avión! —ordenó, a lo que todos chocando sus palmas corrieron y se sentaron en la moderna aeronave y se colocaron los arneses de seguridad. Ajax, antes de tomar asiento, se quitó el pasamontañas y encendió un cigarrillo, luego le dio una palmada al piloto y le dijo que los pusiera en el aire de inmediato. El comando tomó asiento mientras fumaba tranquilo. La aeronave despegó de manera vertical, el techo se abrió para que esta saliera bajo el intenso aguacero, una vez que sus turbinas se colocaron en posición horizontal emprendió camino a velocidad hipersónica, en menos de cinco minutos estarían sobre su objetivo.